Lo oí por la radio (sí, escucho la COPE. Alaska participa en el programa de Jiménez Losantos y nadie le dice nada), en la desconexión de Valencia que dirige Santi Pacheco, con quien coincidí en otras sectas. Al principio no le di importancia, y como llevo una semanita que si me la pagaran como merezco me retiraría un par de años, ni siquiera me molesté en comentar la noticia. Al día siguiente, unas funcionarias del juzgado subían en el ascensor comentándolo. Venían de los calabozos del Juzgado de Guardia. Posteriormente, y como los juzgados son una corrala de dimes y diretes, y lo que tiene que trascender pues trasciende, me empiezo a enterar de los pormenores del caso, las declaraciones, los protagonistas, etc.
Resulta que un conocido líder político, de un ¿conocido? ¿partido político? ultravalencianista fue detenido por unos presuntos malos tratos a su ¿pareja?. Digo pareja porque al parecer el colega está casado y tiene prole (angelitos). Resulta que iban paseando ¿tranquilamente? por una avenida de esta ciudad a la que tanto quiero (yo creo que ella también me quiere ya un poquito) y tanto debo, donde ha acontecido una disputa de la que la amiguita del valencianorro no ha salido bien parada, motivo por el que avisó a la policía, que acudió al lugar de os hechos y se llevó directo a Jefatura al interfecto, en espera de ser puesto a disposición Judicial. Rizando el rizo, la agredida resulta ser miembro destacado del mismo partido político que lidera el detenido, o sea que comparten ¿ideología? Y ya en el colmo de los colmos, da la casualidad de que la colega es o ha sido fallera.
Estos vienen a ser los hechos que han trascendido, y que a mí como jurista y como persona humana, hacen que me plantee algunos interrogantes, que espero alguien quiera o pueda resolverme.
En primer lugar se me antoja dónde están los límites de la violencia de género. Porque tal y como está redactado el Código Penal no me queda muy claro. Si por poner un caso, uno está casado, al mismo tiempo tiene una amante, y todo ello lo simultanea con asiduas visitas a casas de lenocinio (puticlubs de siempre), ¿cuando comete un delito de violencia de género? ¿cuando le pega a la legal? ¿cuando le pega a la que quiere? ¿cuando le pega a cualquiera de las tres? ¿se prorratean las leches?
En segundo lugar, y a la vista de la militancia valencianista de ambos y la condición de fallera de la víctima ¿es una agravante zurrar a una fallera en Valencia? ¿es doblemente agravante cuando a la fallera le zurra quien debe defender la institución falleril por convicción política? ¿no es eso como si un monaguillo le sacudiera a un obispo en San Pedro del Vaticano?
Y en tercer lugar, y como lo prevé el Código Penal, en caso de condenar al acusado a trabajos en beneficio de la comunidad, ¿qué tipo de trabajos serían los más didácticos en orden a rehabilitar al reo? ¿Escuchar 10 horas de discursos de Carod-Rovira? ¿Aprender Sardanas?
Habrá quien diga que estoy frivolizando sobre un problema social. Pues sí y no. Sobre problemas sociales se frivoliza a diario y nadie se rasga las vestiduras. Y la violencia doméstica no es ni más ni menos importantes que los demás problemas. Pero además, según me ha llegado por fuentes fidedignas, cuando los protagonistas llegan a presencia de Su Señoría, se modifica un poco la versión de los hechos y dónde antes había un episodio de malos tratos, la cosa se presenta como una discusión política.
A la vista de ello, nuevamente me asaltan las siguientes dudas. Si a tu churri le sacudes no por que se le quema la cena, sino porque discrepa en la aplicación de la gramática valenciana, de si lo rat penat fue lo primero que vio Jaume I, o si la falla de Nou Campanar debiera ser descalificada ¿deja de ser violencia de género? ¿deberíamos crear un Juzgado de Lo Valencianor que enjuicie este tipo de sucesos? ¿Qué opina Rita de todo ello?
En fin, que aquí me quedo con mis dudas, que espero me dejen dormir.
