sábado, 19 de julio de 2008

DE TERRAZAS POR VALENCIA



Ayer quedamos a cenar el grueso de la chupipandi con los primos de Malena, venidos de ultramar. La verdad es que el Marmara, donde cenamos, ofrece comida kurdo-libanesa por un más que módico precio, y además sales de allí con la mala conciencia de haberte comido la ración de todo el ejército de Irak. Tras las despedidas correspondientes, Lydia se fue a cumplir con su condición de lideresa de audiencias de la noche valenciana, María con mono de clarita de limón se fue para su casa a ver la vida pasar esperando que llegue Nicolás (no me acostumbraré a ese nombre), y Raquel y servidor nos fuimos a la Alameda a sentarnos en una terraza en plan viejuno (bastaba ver el panorama) que nos rodeaba. Claro está que las terrazas de la Alameda no son la Serrano 41, ni la terraza del Hipódromo de la Zarzuela ni mucho menos Ananda, por mucho que sus asiduos se lo crean (es que los hay ridículos), pero bueno, en noches de calor cumplen su función. En estas estábamos que apareció Javi Muñoz, Barón de la Pagoda (cuánto tiempo sin usar su merced), que descubrió mis poderes tarotísticos, aunque de una manera un poco incrédula. Es verdad que no soy Nostradamus (ni ganas), pero algo acierto, y si no tiempo al tiempo. Además he decidido explotar más mis poderes quirománticos, porque tal y como está la cosa no es mala salida profesional, y ya se sabe que cuando todo va mal la gente acaba aferrándose a lo paranormal, momento en el que los charlatanes como yo nos aprovechamos de los ingenuos. Beati qui non viderunt et crederunt.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Nene.. no se cuánto tiempo llevo pidiéndote que me eches las cartas (y no a la cara precisamente).. me muero de la curiosidad!
Besicos
Male