Decían en "Canción de cuna" que saber amar es saber mirar. A lo largo de la Historia las miradas han jugado un papel importantísimo, aunque de ellas se haya hablado poco. ¿Cómo miraría Julio César a Bruto, mientras le decía aquello de "Tu quoque"?, ¿Cómo miraría Jesús a Judas mientras mojaba su trozo de pan en el plato? ¿Cuál sería el cruce de miradas entre Isabel la Católica y Fernando mientras Colón les comía la oreja para financiar su absurdo viaje?
La más famosa mirada, quizá porque la conservamos en un cuadro es la de la Giocconda (que debe traducirse algo así como la Cachonda). Afortunadamente en nuestra era podemos inmortalizar las miradas, o mejor dicho, las miradas quedan inmortalizadas en nuestras fotografías, a veces de manera casual, otras veces intencionadamente.
Del elenco de miradas que pude observar este sábado me quedo con la de Lydia Peters. No os molestéis chicas (María y Vicky, no la de Cullera, la de Requena). Por mucho que los demás intentamos llegar a la mirada acero azul de Zoolander, sólo Lydia consiguió de manera natural dejar congelado el momento.