Pues sí, también para bautizar se exige tener un poquito de memoria, al menos más que un pez. Repita conmigo, Pater, E-U-G-E-N-I-A. No hay nada más irritante que a alguien al que acaban de presentarte se le olvide tu nombre y te espete el consabido "Perdón ¿te llamabas...?", o peor aún si directamente te llaman con un nombre distinto. Pero este hecho que no deja de ser intrascendente en una reunión cualquiera, adquiere tintes dramáticos cuando el nombre se le olvida al cura que te está bautizando. A ver, nadie le exige que se memorice el catecismo, o el Código de Derecho Canónico, pero un poquito de memoria cuando sólo se estaban bautizando dos niñas, tampoco hubiera sido ponerse demasido exigente.
Salvo esta pequeña anécdota, que con todo cariño recordaremos a la pequeña Eugenia cuando se haga mayor, el Bautizo de Eugenia y Marta, el sábado pasado cumplió con todas las expectativas que se podían esperar: la iglesia la indicada, en la Pila de San Vicente (ni me molesto en mencionar al cura/propietario de la iglesia, que merecería un apartado exclusivo), la celebración en la Agricultura, y para los que después quisimos más, copitas en Café Madrid. En fin, como siempre, elegancia, discreción y gin tonics
Haremos un sólo inciso: Emilia cada vez se acerca más a Carry Brandshaw.
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