Como no hay dos sin tres, los eventos del fin de semana que propiciaron mi estado comatoso del lunes, culminaron co un arroz a banda en el náutico de Valencia. Ahora que escribo estas líneas, y pienso en los asistentes a la comida (Hugo y Emilia, con Eugenia recien cristianada, Mercedes y Enrique, María Muñoz, y Javi), me doy cuenta de que ha habido una constante en los tres días de celebraciones: la presencia de Javi. Si a eso le añado que el viernes además de las copas que tomé con él en casa, también comí y previamente había tomado el aperitivo, sólo nos cabe una conclusión: no te pierdes una, colega. Y lo peor, no me las pierdo yo. Como diría una buena amiga, ya no me preocupa, es que yo soy así y es inútil luchar contra mi naturaleza.
martes, 9 de octubre de 2007
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