jueves, 4 de octubre de 2007

HUMANO SOY




El Vaticano estudia si cierra el monasterio de Santa Clara en Bisceglie, en la provincia italiana de Bari, después de que tres clarisas tuvieran violentos enfrentamientos. Las continuas peleas han obligado, de momento, a mantenerlas separadas. Dos de ellas han sido trasladadas de convento, mientras que la madre abadesa se ha atrincherado en Bisceglie, donde vive desde hace 45 años, y asegura que no piensa irse.


No informa la noticia los motivos de la pelea, pero me barrunto que el capellán ha debido tener algo que ver, y las monjas, que serán muy monjas, pero no dejan de ser mujeres, han sacado las uñas. Y claro, cuando te peleas con alguien, procuras evitarlo y ya está, pero cuando te encuentras condenado a vivir en un eterno Gran Hermano, donde "todo se magnifica", pues suceden cosas como esta.


Decía San Pablo que "humano soy, y nada de lo humano me es ajeno", y a estas encantadoras sorelle se les ha revelado el lado humano de la manera más salvaje.


He de confesar que hay algo encantador en ver el lado humano de quienes a menudo se te presentan como inmaculadas, etéreas y puras. No lo digo con mala leche, sencillamente es adorable ver que efectivamente todos somos humanos, y estamos expuestos a las pasiones humanas, las más sublimes y las más perversas.


Me costaría ver a las encantadoras monjitas de Santa Mónica, o las del convento de la Trinidad en una situación como esta, pero quién sabe. Cualquier criminólogo es consciente de que el arma del crimen a menudo suele ser el objeto más inofensivo e inopinado, y teniendo tan a la mano cilicios, disciplinas o un buen candelabro de bronce ¿Acabará alguna estrangulando con el rosario a su compañera de celda? ¿O quizá le colapsarán a la hermana bibliotecaria las vías respiratorias con las yemas de Santa Teresa? No sé, no sé. En cualquier caso me han dado unas ganas terribles de volver a ver El nombre dela Rosa.

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