viernes, 21 de diciembre de 2007

DESDE MI LECHO MOQUEANTE

Hasta los que nos pensábamos invencibles caemos, y por mucho que he intentado evitarlo definitivamente ayer el resfriado me venció. Muchas veces a mi cuerpo lo trato como a mis cosas: cuando no deseo algo, no le presto atención. El año pasado se me rompió la caldera de casa: le faltaba presión. Cualquier ser en sus cabales hubiera llamado al técnico para arreglarla. Yo no le presté atención. La miré fijamente, y le dije: si crees que te voy a hacer caso vas lista, no eres tan importante, aún tengo mantas. Ya vendrás algún día detrás de mí. Y así ha sido. Este invierno, la presión volvía a su punto justo. Otro ejemplo: después de un espantoso accidente automovilístico, del que yo no soy en absoluto responsable por mucho que me comiera un STOP grande como el Miguelete, mi coche dejó de enfocar bien. Diría que las luces de cruce no tienen suficiente alcance. Nuevamente, me planté delenate del coche y le dije: si crees que voy a perder el tiempo y el dinero por esta chorrada vas dado, te aviso que puedo dejar de conducir de noche. Y así es que llevo casi un año sin conducir de noche. De hecho cuando ahora que anochece antes tengo que emprender un viaje, lo programo como si fuera a atravesar Transilvania, y establezco como objetivo llegar al destino antes de las 5 de la tarde. El caso es que el otro día por razones que ahora no vienen al caso, tuve que conducir doscientos kilómetros de noche. Y que me aspen si he desarrollado super-visión, pero el caso es que veía perfectamente. Como por arte de magia se habían arreglado los faros. Quizá contribuyera el hecho de que un primo mío que es muy manitas me dijo que algunos coches llevan una ruedecilla mágica que hacen subir y bajar los faros para regular el alcance: y hete aquí que para mi sorpresa mi coche tiene esa ruedecilla bajo el volante. Bueno, también influyó en que descubrí que ir con las largas tampoco está tan mal (perdón a todos los que venían de frente), y que no te pueden reconocer. Y como con la caldera y el coche con tantas cosas. A veces me ha funcionado con el cuerpo: cuanto más me pide menos le doy, y suele funcionarme, hasta que la fiebre no te deja salir de casa, claro está. El caso es que ayer tení que haber asistido a la presentación del Almanaque Gastronómico que Ruzafa Show han elaborado, y que se celebraba en el IVAM. Espero que algún amigo me pase cumpido informe de los pormenores, modelitos y cotilleos. En cualquier caso, estoy convencido que debió ser un éxito: Ángela se ha convertido en una experta en saraos.
En fin, que la crónica que me hubiera gustado colgar hoy no ha sido posible, así que el que quiera saber, que se compre un libro.
Hablando de libros, estoy deseando que abran la FNAC (algún día contaré en foros jurídicos cómo una amiga confundió la ASNEF con la FNAC)para adquirir mi ejemplar de EL ECONOMISTA CAMUFLADO. La portada no puede ser más sugerente: por qué pagar en STARBUCKS tres veces más por un café.Creo que es el libro de las navidades, o más bien de las postnavidades. Porque algunos vamos a necesitar de sus consejos para llevar una vida más barata y menos snob. Ah! by the way, ya anuncio que próximamente colgaré unos videos de recetas de cocina snob casera a cargo de Malena: 1º episodio: SUSHI ENTRE AMIGOS.
BIS BALD

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