El domingo Raquel era lo más parecido a un miembro de los Guns 'n Roses después de una noche de juerga. Aún así conseguí reanimarla y meterla en el Rastro, donde los amigos del roce fácil le tocaron el culo repetidamente, si bien ella no se debió dar demasiada cuenta.
La tarde nos reservó una juerga como pocas en La Latina. Tal fue así, que temí por mi avión de vuelta, porque el ambiente era estupendo, en especial en El Viajero. La cara de Raquel era la viva imagen del agotamiento, pero a pesar de haber dormido cuatro horas en dos días, ha merecido la pena. Bis Bald
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