Lo bueno del Carmen, es que a pesar de vivir en el barrio casi cinco años, nunca acabas de conocerlo, siempre cambia, siempre se actualiza, nunca se estanca. El viernes, gracias a Hugo y a Emilia descubrí un restaurante imprescindible: IO. Todos los platos al centro en una decoración minimal con un guiño al rosa pop. La comida nos encantó, y quizá sólo poner un pero a la carta de vinos, pero claro, de lo contrario ya no sería tan asequible. Tras la cena, y como vino Javi, nos fuimos a Ishaya (sí, ya lo sé, me tendrían que haber tapiado la puerta en ese momento). Alternamos con políticos amigos de Javi, y tras bebernos una pequeña parte de Irlanda, nos fuimos a casa más contentos que unas pascuas.
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