
Un fin de semana acompañado de mamá, no es el preámbulo del fin de semana ideal y moderno: es un poco sacrificio en aras de la paz familiar. Claro, salvo que a la una te escapes y acabes como yo con Lydia en Piccadilly hasta las cinco y media.
Ayer el que fuera puticlub de sillones de terciopelo en capitoné y barra forrada de escai (se escribe así) del guay, todo en rojo y burdeos, comenzó a coger cuerpo sobre las cuatro. Allí aguantamos Lydia y yo como jabatos. Noche que surge espontáneamente y que nunca sabes como acabará. Sólo por esta vez, acabó bien: todo es mejorable, porque parafraseando a Mae West, cuando acaba bien, me divierto, pero cuando acaba mal es cuando realmente disfruto. Bis Bald.
Fue lo más! Hoy lo he contado en el programa.Te llamo mañana porque hoy iba de cráneo.Ya me ha contado Malena lo de la pipa chaina.
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